De cómo ser boludeada se abusan de tu paciencia

Tenía clase a las 19 hs. Hasta las 20:30 hs. Un grupo de tres.

Cinco minutos antes de la clase, llega uno de los alumnos y se acerca a la recepcionista (yo estaba estaba conversando con otra profesora y mi supervisor allí cerquita). Le dice que venía a cancelar la clase porque sus otros dos compañeros no iban a venir. La recepcionista (la misma santa que lidió con el Pendejitou) le dijo que para cancelar debía hacerlo el día anterior antes de tal y tal hora.

Mi supervisor (que ya había estado prestando atención) agrega que al ser un grupo, no podían cancelar, sólo podían pasar la clase a otro día de esa misma semana. Alumno E. (así lo llamaremos) mira con sus ojos enormes y sin decir palabra. Luego de unos segundos, explica:

- Es que V. y F. no vienen hoy y si yo tomo esta clase, lo que yo vea, después lo van a repetir la clase que viene y entonces yo voy a perder una clase.

Pensé. Técnicamente el pensamiento tenía muchísimo sentido. Ver dos veces lo mismo ES perder una clase.

Pasamos a explicarle a Alumno E. que en realidad, si ellos faltan es cuestión de ellos, y que la clases, aun con un solo alumno, de dicta igual y que la clase siguiente no debería verse lo mismo, por lo cual, no pierde nada. La otra profesora le dijo que también podía aprovechar para aclarar dudas.... (lo que darían algunxs alumnxs que están en grupos por tener una clase para ellxs solxs!).

Alumnos E. no parecía satisfecho con ninguna opción. Le dijo a la recepcionista (como si fuera su secretaria personal), que llamase a F., su compañero. La muchacha me mira y me pregunta:

- ¿Y qué le digo? - me la quedo mirando, porque tenía muchísimo sentido esa duda. Ni yo podía responderle. A todo esto, Alumnos E. había ido a servirse un café. Mi supervisor y la otra profe también se habían dirigido hacia allí, ya que varias clases estaban por empezar.

- ¿Qué dijo F.? - inquiere Alumnos E. mirándome. No entendía muy bien qué era lo que quería, pero parecía que ahora yo era la secretaria personal. Creo que respondí algo así como que no sabía qué era lo que quería que le dijéramos a F.

Lo miro a mi supervisor como preguntándole qué hacer. Mientras tanto, Alumno E. ya estaba hablando por su celular, al parecer, con F. (¡¡Era tan sencillo!!).

Después de una breve conversación, con mismo contenido que lo que veníamos diciéndole a Alumnos E., corta y le preguntamos, una vez más, si va a tomar la clase (le reaseguro que la clase que viene NO van a ver lo mismo). Dice que sí, pero que igualmente no está contento con la situación. La otra profesora, que había estado siguiendo la situación dice, atinadamente:

- Les digo, es un alumno complicado.

Y nos dirigimos raudamente al aula. Yo ya me la veía venir de lejos, fea, feísima. Una clase que iba a tener que remar mucho.

Empezamos, y Alumnos E. no prestaba atención.

Vale una aclaración aquí, antes de continuar: soy considerada una persona sumamente paciente; en extremo podríamos decir. Es algo que me caracteriza y que hace que pueda hacer mi trabajo (relativamente) bien.

Alumnos E. miraba constantemente su celular, cuando le preguntaba algo, después de toooooda una explicación, me preguntaba:

- ¿What?

Y parecía encaprichado a seguir consignas. Haciendo un ejercicio de verbos, yo ayudándolo a que pueda elegir el tiempo correcto, me lanza un:

- ¿No tenés las respuestas ahí? - así, en español y todo, y como si dudase de mi conocimiento.
A ver, analicemos: es un nivel bajo, no es que podía tener dudas en cuando a qué tiempo verbal correspondía, y AÚN cuando pudiese tener dudas, las respuestas las estaría leyendo, para guiarlo al tiempo correcto, sin mencionar que ese ejercicio en todos los años que llevo dando clases en este trabajo, lo debo haber hecho incontables veces y con la memoria que me caracteriza, con 3 ó 4 veces, me bastaría con saber las respuestas de memoria. En fin, comentario para boludearme N° 1, al que respondí, manteniendo la mirada en su mirada:

- Sí. - como quien dice, "por supuesto, y son las que te estoy diciendo".

Luego, en otro ejercicio, cara de "esto es una pelotudez". La idea es que no me importa si lo que hacemos es brillante o digno de niños de 5 años, ya que estamos aprendiendo un idioma. No es importante el contenido, sino la forma. Y de nuevo, se sale de la consigna y cuando le pregunto, le digo por qué no utiliza la palabra que estábamos practicando en cuestión, la respuesta:

- Porque me pareció que ésta es más adecuada.

O.O

Ooooooookkkkk. 
Llega un punto, creo, en la paciencia de todo ser humano (y esto se los digo del otro lado, del lado de profesora amorosa, que soporta todo y jamás abusaría de ese rol), en el que uno no puede dejarse pasar por encima. Es decir, quien está enseñando, lo hace por algo y el mero hecho de que a esa persona le paguen por enseñar, no significa que puedan tratarla cual felpudo para descargar frustraciones. Entonces, con la cara más dulce que todo mi ser me permite, me dedico a demostrarle que en realidad, no sabe tanto cómo cree saber, y que debería dejarme hacer mi laburo, porque de lo contrario, está tirando la guita a la basura (cosa que realmente no me incumbe, pero que no por tirarla a la basura donde yo trabajo piense que puede "basurearme"). Indefectiblemente funciona. Vaya una a saber por qué.

Pasada la hora de clase (en realidad a los 45, 50 minutos), se suele tomar un descanso, ya que obviamente 1 hora y media de clase seguida es bastante inhumano y cansador. Pregunto (casi una formalidad) si quisiera tomarse los 5 minutos para el café y me responde que no. Ò.o 

"Ok", pienso, "entonces sigamos y termino 5 minutos antes que esto ya no da para más".

Y se hicieron las 20:27 (!), momento en el cual decidí dar por terminada la clase, redondeando. Me mira, mira su celular (ya a estas alturas no me sorprendía), y me dice:

- Pensé que la clase era hasta las 20:30.
- Sí, es hasta las 20:30.
Mira nuevamente su celular.
- Son las 20:25.

O.O

No pregunten cómo sigue vivo. No lo sé. Miro mi reloj (que obsesivamente está ajustado con la hora oficial) y marcaba las 20:28. Le digo:

- El mío dice 20:29. - claro que no iba a decirle 20:30, sería demasiado perfecto. Y no iba a decirle 20:28, porque diría que tenía 2 minutos más. Qué más daba 1 minuto más, 1 minuto menos; a estas alturas hasta dudo que en su celular dijese 20:25 realmente!!

Se me queda mirando, pone cara de descontento y mueve una mano para juntar su carpeta. Le dije la tarea que podía hacer en casa. Se levantó y empezó a intentar decirme cosas en inglés (todo lo que no había hablado durante la clase, claro). A Alumno E. le lleva aproximadamente 3 minutos hilar una oración de 10 palabras hasta que le sale correctamente. Si pensamos que intentó decirme unas 3 ó 4 oraciones y yo se las corregí y le contesté y nos despedimos, dejó la clase a las 20:40 más o menos.

Resumiendo: no sólo no tomamos recreo (los 5 minutos por reglamento, contrato o como le llamen), sino que además se fue de la clase 10 minutos después como mínimo. Y me estuvo desafiando toda la clase.

Es decir, me boludeó. Parece, solamente parece un idiota. Ahora sé que es un tremendo hijo de puta.

En las dos semanas que siguieron, cuando me veía, apenas me saludaba. Por compromiso. Antes, me cruzaba y había llegado a preguntarme (le tomó 5 minutos porque lo hizo en inglés) cuándo me iba a tener como profesora de nuevo. Interesante cómo cambia la gente, incluso cuando una hace el mejor esfuerzo.

Probablemente eso es lo que diferencie a los primeros (idiotas) de los segundos (hijos de puta).

Los idiotas quizás no llegan a reconocer el esfuerzo porque no se dan cuenta, quizás sí.
Los hijos de puta saben muy bien el esfuerzo que una hace, pero simplemente lo usan a su favor, lo desechan, lo subestiman porque creen que es su derecho.

Lo bueno es de todo esto es darse cuenta de que una sabe diferenciarlos.

Alma en su Laberinto  ··  Hoy, boludeada pero no boluda!!

2 se animaron!:

marga dijo...

por eso yo opté por no dar más clases a adolescentes... no me los banco
y creo que el sistema es demasiado permisivo... en otra época nadie se habría animado a tratar así a un profesor

Alma en su Laberinto dijo...

¿Sabés que es MUY curioso que pienses que era un adolescente?
El Alumno E. tiene 30 y pico. Supuestamente un hombre ya formado. Pero que paga una pequeñita fortuna por su curso de inglés y así piensa que puede tratar como se le ocurre a quien le enseña.

No sé qué prefiero, te digo, si a los adultos caprichosos, a quienes una sabe que simplemente tiene que limitarse a enseñarles y en algún que otro caso, eventualmente, sí se puede hacer una diferencia, o lxs adolescentes/púberes que te desafían a ponerles los límites que en sus casas, sus padres pudientes no les ponen. Sinceramente, no sé qué prefiero.

Y sí, totalmente de acuerdo. Cuando yo iba a la primaria (mi mamá me lo ha dicho varias veces), si la maestra enviaba una notificación pidiendo hablar con los padres, éstos rogaban que no fuera nada demasiado malo.
Ahora, cuando los padres envían una notificación a lxs maestrxs para hablar con ellxs (me ha pasado en una escuela primaria), éstxs ruegan para que no vayan a recriminarle nada sobre su niñitx. Está todo al revés.
Precisamente por eso yo opté por no dar clases en escuelas: no quiero más planes semanales, ni padres ni nada! =oP

(pero tengo adultos que a veces.... como ésta... pfffff!!)

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