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La angustia del gallo

Podría parecer bastaaaannnnte ridículo. Hasta risible.

Veía "La Liga". Una de las noteras pasa un día en una granja. Debe atrapar un gallo para ponerlo al asador.
Primero se ve cómo llega el perro antes que ella y le da un buen sacudón a la pobre ave. Comentario de la notera:
"¡Ya está un poco más desplumado!". Previamente se había restregado las manos diciendo cómo lo iban a hacer asado.
Lo corre y lo agarra de las patas. Cuando lo agarra del cuerpo, el gallo empieza a emitir unos cacareos que eran, claramente, un grito de súplica. Hasta parecía que la miraba. No. La miraba. Y seguía suplicando. Y ella, lo miraba con lástima, pero yo sabía que iba a la parrilla de todas formas, y no me iba a quedar a ver cómo le rompían el cuello.

El cacareo de ese gallo me inundó de angustia. Poseía una congoja sobrenatural. Poderosísima. Me pregunté cómo se puede tener un animal así, suplicando que lo dejen ir y de todas formas quitarle la vida, esa vida que está en tus manos. No lo puedo comprender. Precisamente por eso, comprendo por qué no puedo probar un bocado de nada que tenga ojos y haya estado vivo antes de estar en mi plato.


Alma en su Laberinto  ··  Hoy, con el corazón estrujado....

Con los animales NO.

Creo que probablemente el amor hacia un animal sea uno de los amores más puros que se pueden sentir en la vida. Porque es un amor desinteresado por completo; es amor incondicional verdadero.

No solamente no puedo comprender a la gente que dice: "No me gustan los animales" (y es así), sino que además no puedo tolerar ni por casualidad a la gente que los maltrata. No existe excusa alguna en este mundo (ni en ningún otro) para maltratar a un animal. Simplemente no la hay.

Y como no puedo soportar este tipo de cosas, dejo a continuación, una entrada escrita por Marga, sobre la durísima experiencia que pasaron ella y Vero, y Marlon (q.e.p.d.). Gracias desde ya por leerla(s) y crear consciencia.


El Domingo 28/3, Marlon, nuestro gato mayor, que estaba siendo tratado por una neumonía, comenzó con dificultad para respirar. Lo revisó una veterinaria de guardia quien hizo el diagnóstico clínico de derrame pleural (líquido en la cavidad que rodea al pulmón -una complicación habitual en ciertas neumonías-) y nos pidió que lo llevásemos a hacer una radiografía de tórax para confirmarlo y evacuar el derrame por tóracocentesis (un procedimiento sencillo que se realiza mediante la punción con una aguja en el tórax).


Como por ser Domingo no conseguimos radiólogo que viniera a domicilio decidimos llevarlo a uno de los dos lugares que nos habían recomendado sus veterinarios: lamentablemente, por una cuestión de azar elegimos UCI VET, un centro de internación privado para animales situado en la Av. Directorio 1308 en el barrio de Caballito, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Seguir leyendo..


Alma en su Laberinto  ··  Hoy, amando a los animales más que siempre. (no me gusta la palabra nunca).

La Paloma y La Espinaca

17/02/2010

Dato (no menor): Soy vegetariana desde hace dos años y medio.

Contexto (geográfico): Mi barrio, donde las palomas parecen tener una confianza extrema por la calle repleta de autos que viajan a una velocidad más alta de la permitida (por supuesto) y, como consecuencia, es común cruzar la calle y descubrir alguna que ha sido atropellada. La primera vez que pregunté "cómo", o "por qué", me contestaron que quizás estaba enferma. Después de ver muchas, no me convenció esa hipótesis. Mucho menos al ver cómo levantan vuelo casi tocando el parabrisas de los autos que pasan.

Dato (tampoco menor): Adoro las aves. Soy Acuariana. Soy un signo de Aire. Adoro las Palomas. Adoro escuchar cuando se hacen arrumacos en la ventana, cosa que volvería loco a cualquier otra persona. A mí me tranquiliza. Me relaja. Adoro el sonido de las alas, el aleteo y adoro darles de comer de la mano y en el aire y que tengan esa confianza y mi mano y mi brazo se colme de sus alas.

Día de los hechos:
De vacaciones, salgo a tomar aire porque si no, encerrada me iba a poner boba. Pasé por la librería inevitablemente e inevitablemente salí de la librería con dos libros. Adquirí un juego de preciosos lápices y rumbeé a casa.

Llegando, junto a un árbol a unos 5 metros de la entrada, miro y veo una Paloma asustada. Tenía las alas medio abiertas y las arrastraba un poco. Caminé dos pasos más y me detuve, bajo la mirada de otra mujer que pasaba, que también llevó la vista a la Paloma y siguió, probablemente pensando que yo estaba loca o algo así.

Mientras tanto yo pensaba:
¿Qué puedo hacer?
¿Dónde la puedo llevar?
¿Qué pasaría si pasa un perro y decide "jugar" con ella?
¿Y un gato?
¿Y si, intentando moverse, se caía a la calle (estaba cerca) y la atropellaba el auto estacionado allí?
Todo en.... 10 segundos?

Miré el árbol de al lado. El cantero tenía una reja considerablemente alta, unos 30 centímetros. Pensé que si al menos la dejaba allí adentro, podría recuperarse y volar ya que no estaba muy mal.

Me acerqué y empezó a aletear asustada. Traté de ser suave y la tomé juntando las alas y muy despacio. Cuando sintió mis manos pareció tranquilizarse. La dejé con lentitud sobre la tierra del cantero y no aleteó ni se asustó. La acomodé y aproveché para acariciar las plumas tibias.

Me levanté y entré a mi casa con el Alma repleta de.... algo. Y, por supuesto, me lavé las manos, porque en algún lugar mantengo los pies sobre la tierra y soy consciente.

A la noche decidí comer ensalada de espinaca con mayonesa y queso rayado.

Deshojé la planta y la puse a lavar un rato. Cuando volví, la limpié y la metí en el centrifugador de verduras (uno de los mejores inventos "ever").

Al tener toda la espinaca limpia, verde y con escasa agua, la removí en el recipiente y sentí la frescura de las hojas y hasta el aroma.

Fue inmediato el shock. El contraste de las hojas frescas y naturales, verde profundo, con la memoria reciente del cuerpo tibio de la Paloma entre mis manos. E, inmediatamente la asociación: hay gente que come animales como el que yo había sostenido. *Yo* había comido pollo o lo que fuera hasta hacía pocos años. Y el recuerdo reciente latiendo en mis manos, el aleteo cansado, imposible de hacer a un lado.

Supe, casi como una epifanía (y no creo que quede grande el término), que no podría volver a comer nada que hubiera estado vivo. Que, como esa Paloma, aloje o hubiera alojado un Alma en un cuerpo. Que no podría alimentarme de otro ser. Lloré. Sí, lloré. Me sorprendí a mi misma con lágrimas juntándose en mis ojos y poblándome las mejillas.

Quizás ame todo demasiado, pero me hace sentir viva. Y para vivir con amor *puro* realmente, creo que la palabra "demasiado" no existe.


Alma en su Laberinto  ··  Hoy, re-descubriendo cosas simples.